La relación entre la inactividad física y la COVID-19
Dada la novedad del virus SARS-COV2, causante de la COVID-19, no es de extrañar que no haya habido muchos estudios sobre la relación entre la actividad física y los resultados de la COVID-19. Un artículo publicado en Medicina del Deporte y Ciencias de la Salud revisa las pruebas disponibles sobre el impacto de la COVID-19 en varios sistemas fisiológicos y su posible relación con la actividad física.
Sistema inmunitario: La actividad física moderada puede reducir la susceptibilidad a las infecciones del tracto respiratorio superior, y la actividad física puede beneficiar la salud del sistema inmunitario. Los autores señalan que, aunque se necesitan más estudios para evaluar la relación entre la actividad física antes del diagnóstico de la COVID-19 y los resultados de la misma, el ejercicio durante la pandemia es recomendable y también puede ayudar a mitigar algunas comorbilidades como la diabetes y la obesidad.
Vías respiratorias: En los casos graves de COVID-19 que requieren hospitalización, el 54% de los pacientes experimentan insuficiencia respiratoria, y más del 30% requieren ventilación mecánica. Las personas sometidas a ventilación mecánica durante largos periodos pueden desarrollar un diafragma debilitado, lo que dificulta el destete del ventilador. No se sabe que la actividad física cambie la estructura y la función del pulmón y las vías respiratorias; sin embargo, el entrenamiento de resistencia puede promover adaptaciones bioquímicas que ayuden a proteger contra los desafíos, incluida la ventilación prolongada. En un estudio, tan sólo 10 días consecutivos de entrenamiento de ejercicio aeróbico proporcionaron una protección estadísticamente significativa contra el debilitamiento del diafragma. En teoría, esto significaría que los individuos entrenados que requieren ventilación mecánica tendrían cierta protección contra el debilitamiento del diafragma y, por lo tanto, experimentarían menos desafíos al salir del ventilador.
Sistema cardiovascular: Con la COVID-19, el ejercicio puede tener efectos tanto positivos como negativos. Al recuperarse de la COVID-19, algunas personas experimentan daños cardíacos (como miocarditis o inflamación en el músculo cardíaco, que ha afectado a varios atletas universitarios y profesionales). Este daño cardíaco puede aumentar el riesgo de muerte cardíaca súbita durante el ejercicio y puede extenderse a lo largo de la vida.
En el lado positivo, la actividad física promueve la salud del corazón y la longevidad. Los autores recomiendan a las personas sanas durante y después de la pandemia que "permanezcan físicamente activas y hagan ejercicio mientras están socialmente distanciadas cuando estén bien, que dejen de hacer ejercicio cuando desarrollen síntomas o signos de una infección, y que vuelvan a la AF y al ejercicio lentamente tras la recuperación."
Salud mental: Los autores también discuten los efectos perjudiciales de la depresión relacionada con la cuarentena y concluyen que "el ejercicio regular puede atenuar los síntomas y las consecuencias de la depresión inducida por la cuarentena y los trastornos traumáticos con los efectos neuroprotectores sistémicos, complejos y potentes."
En general, los autores recomiendan sesiones de ejercicio de intensidad moderada y de hasta 45 minutos de duración para la salud inmunológica y aconsejan a los adultos mayores realizar al menos 30 minutos de ejercicio moderado de dos a tres veces por semana.