Peloton reconoce este problema en su contrademanda, señalando que sólo el 2% de las obras citadas en la demanda original pertenecían a un único editor. Teniendo en cuenta el gran número de canciones que Peloton tiene en su catálogo de música, es fácil ver cómo el seguimiento de las llamadas "licencias fraccionarias" podría ser un reto administrativo importante.
¿Por qué es difícil obtener derechos de sincronización?
Si eres un operador de discoteca, es probable que el pago de licencias musicales a organizaciones de derechos de ejecución (PRO) como BMI y ASCAP no sea algo nuevo para ti. Aun así, es posible que te preguntes por qué el proceso de obtención de derechos de sincronización es diferente -y más complicado- que el de obtención de una licencia de ejecución pública.
Por un lado, las PRO consolidan las obras de los editores y compositores de manera que las empresas sólo tienen que negociar con la PRO para obtener una licencia de ejecución pública. Actualmente sólo hay cuatro PRO que operan en Estados Unidos:
BMI y ASCAP controlan aproximadamente el 90% de la cuota de mercado. Ahora bien, si nos fijamos en los derechos de sincronización, hay docenas de editores musicales diferentes que controlan los derechos de sincronización de los artistas.
Además, dado que BMI y ASCAP están sujetas a la normativa federal, deben ofrecer estructuras de precios transparentes que los editores de música no ofrecen. Por ejemplo, BMI y ASCAP deben ofrecer a los consumidores licencias generales que les permitan acceder a toda la música del repertorio de las PRO por una tarifa estándar. Además, BMI y ASCAP deben conceder licencias a todas las empresas que estén dispuestas a pagar.
En otras palabras, si tu club paga la licencia de instalaciones de fitness de ASCAP, tienes derecho a tocar toda la música del repertorio de ASCAP públicamente.
Los editores, en cambio, tienen un control total sobre cómo deciden distribuir los derechos de sincronización. Un editor no está obligado a conceder licencias generales y no tiene que permitir que una empresa acceda a las canciones bajo su control. En su contrademanda, Peloton señala que tenía un acuerdo de licencia general con uno de los editores mencionados en la demanda original -que expiró- y acuerdos de licencia limitada con otros.
Si bien este sistema puede tener sentido a la hora de plantear las negociaciones entre un editor y un cineasta, es un obstáculo considerable para las empresas de fitness que quieren incluir canciones populares en las clases de fitness en streaming.
Si quiere saber más sobre las licencias de ejecución pública, descargue el documento informativo de la IHRSA titulado Music Licensing in the United States.
El camino a seguir
Tras la demanda de los editores, los clientes de Peloton supuestamente notaron que las listas de reproducción de música seleccionadas para las clases de fitness habían cambiado, y no para mejor.
Sin conocer los resultados de la demanda de los editores contra Peloton y la contrademanda de Peloton, es demasiado pronto para saber qué ramificaciones tendrán estos casos en las empresas que crean contenidos de fitness en streaming.
Lo que está claro, sin embargo, es que la actual estructura de licencias para obtener derechos de sincronización no se desarrolló pensando en empresas como Peloton. Las empresas de fitness deben reconocer las complicadas y onerosas obligaciones legales y administrativas que conlleva el desarrollo de contenidos de streaming.
La IHRSA seguirá vigilando este caso a medida que continúe y le informaremos sobre cómo podría afectar a la industria del fitness en general.
Matt O'Malley contribuyó a la investigación de este artículo.