La columna del director general aparece cada mes en el Club Business International de la revista Club Business International.
Como industria, hemos mencionado y lamentado con frecuencia las epidemias de obesidad e inactividad física. Está justificado, ya que estos problemas evitables han agravado enormemente las tasas de mortalidad del COVID-19, además de engendrar un futuro abrumado por las condiciones de salud subyacentes.
A estas dos preocupaciones reconocibles hay que añadir lo que he denominado "bienestar insatisfecho". Igualmente perjudicial para una vida bien vivida y que se erosiona exponencialmente según las estadísticas de tendencia sobre salud mental, felicidad y bienestar general. Considere lo siguiente: Gallup ha descubierto que sólo el 4% de los adultos estadounidenses se sienten satisfechos con su bienestar físico. Esto no presagia nada bueno para las aspiraciones de bienestar general.
Como diría el Dr. Kenneth Cooper, "el padre del aeróbic", la buena salud implica simplemente la ausencia de enfermedades.
En comparación, el bienestar describe un estilo de vida saludable más allá de las enfermedades agudas.
Se refiere a un estado de salud física en el que las personas tienen la capacidad y la energía para hacer lo que quieren en la vida, sin sufrimiento crónico. Se asocia principalmente con los hábitos de alimentación, actividad física y sueño de calidad que conducen a resultados de salud positivos, y se apoya en ellos.
Por otro lado, la aptitud física se suele definir como estar físicamente fuerte y en buenas condiciones funcionales.
Capaz de satisfacer con facilidad las exigencias físicas de la vida diaria y de participar en actividades de moderadas a intensas sin fatiga excesiva. Se consigue principalmente exigiendo regularmente al cuerpo la realización de tareas físicas mediante el ejercicio, el descanso adecuado y una nutrición equilibrada.