Han pasado muchas cosas desde 2008. En ese tiempo, los atletas han competido en otros cinco juegos olímpicos, se han concedido las primeras licencias para coches sin conductor en Estados Unidos y los estadounidenses han elegido a dos presidentes diferentes. Por desgracia, también hemos experimentado un aumento constante de la tasa de obesidad en Estados Unidos, que ha pasado del 33,7% en 2008 al 39,8% en 2016.
Esta tendencia al alza es alarmante porque el aumento de la obesidad -y del sedentarismo- en Estados Unidos tiene consecuencias importantes. "Podemos atribuir el 10% de la mortalidad por todas las causas en los Estados Unidos a no hacer suficiente actividad física y 117 mil millones de dólares en costos de atención médica", dice Katrina Piercy, Ph.D., RD, ACSM-CEP y líder de la 2ª Edición de las Guías de Actividad Física para los estadounidenses, que fue publicada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos en noviembre de 2018.
Las nuevas directrices no han modificado la cantidad de actividad física que se debe realizar al día: la cifra mágica sigue siendo de 150 minutos a la semana para los adultos y de 60 minutos al día para los niños menores de 17 años. Pero las nuevas directrices amplían lo que puede contar como actividad. En resumen, animan a la gente a moverse más y a sentarse menos. La idea es que hacer algo -incluso una actividad ligera- es mejor que nada. Por supuesto, lo ideal sigue siendo una actividad física de moderada a intensa.