La diabetes mellitus de tipo 2, comúnmente conocida como diabetes de tipo 2, es un importante problema de salud en los Estados Unidos.
Este trastorno metabólico de larga duración se caracteriza por un alto nivel de azúcar en sangre, resistencia a la insulina y una relativa falta de insulina. Pero, como sus síntomas se desarrollan lentamente, muchos individuos ni siquiera son conscientes de que padecen la enfermedad.
En estos momentos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Atlanta, más de 100 millones de estadounidenses tienen diabetes o prediabetes, esta última una condición en la que el azúcar en sangre es elevado, pero no al nivel de la diabetes de tipo 2. Sólo el 11,6% de las personas que padecen esta enfermedad saben que la tienen.
Las complicaciones a largo plazo derivadas de la hiperglucemia son graves. Pueden incluir enfermedades del corazón, derrames cerebrales, insuficiencia renal, retinopatía diabética, que puede causar ceguera, y un flujo sanguíneo deficiente en las extremidades, que puede conducir a amputaciones.
La diabetes de tipo 2 se desarrolla con frecuencia en individuos obesos o sedentarios; sin embargo, algunas personas tienen riesgo genético de desarrollar la enfermedad.