El 15 de julio de 2021, Sony Music Entertainment, uno de los mayores sellos discográficos del mundo, demandó a Gymshark, la empresa de ropa de fitness con sede en el Reino Unido, por la supuesta violación de la ley federal de derechos de autor al utilizar grabaciones de sonido sin licencia en los vídeos de las redes sociales. Sony alega que Gymshark infringió "cientos" de sus grabaciones de sonido protegidas por derechos de autor y pretende obtener una indemnización por daños y perjuicios o 150.000 dólares por cada grabación de sonido infringida, la pena máxima prevista por la ley.
Es importante recordar que sólo se trata de alegaciones y que Gymshark no había respondido a la demanda de Sony en el momento de escribir este artículo. Aun así, este caso sigue siendo un recordatorio del cambiante panorama de las obligaciones de derechos de autor de la música en un mundo de streaming y de la importancia de obtener todas las licencias musicales necesarias.
A continuación se exponen las cinco principales lecciones que los clubes de salud deberían extraer del caso:
Si combina música protegida por derechos de autor con contenidos audiovisuales, debe obtener una licencia separada para las obras musicales y las grabaciones sonoras.
Usted puede ser responsable incluso si no está infringiendo directamente.
Las redes sociales no le salvarán de la responsabilidad.
Las infracciones de los derechos de autor son caras.
La mejor manera de evitar la responsabilidad es asegurar las licencias.
1. Si está combinando música protegida por derechos de autor con contenido audiovisual, debe obtener una licencia separada para las obras musicales y las grabaciones de sonido.
Según la ley federal de derechos de autor, una "canción" tiene dos componentes distintos: una obra musical y una grabación de sonido. La obra musical es la letra y la melodía de la música, mientras que la grabación de sonido es una interpretación específica de la obra musical. En muchos casos, el mismo artista puede haber creado la obra musical y la grabación sonora más popular, por ejemplo, "Born to Run" de Bruce Springsteen. Sin embargo, casi siempre son diferentes entidades las que poseen los derechos de las obras musicales y las grabaciones sonoras subyacentes a las canciones populares. Por lo general, un editor musical posee los derechos de la obra musical, mientras que un sello discográfico posee los derechos de la grabación sonora. Por ejemplo, Bruce Springsteen escribió la obra musical "Born to Run" y creó su grabación sonora más popular. Sin embargo, Universal Music Publishing Group -una editorial musical- posee los derechos de la obra musical, mientras que Columbia Records -un sello discográfico- posee los derechos de la grabación sonora.
De acuerdo con la ley federal de derechos de autor, los propietarios de obras musicales y grabaciones de sonido tienen el derecho exclusivo de sincronizar su obra musical o grabación de sonido con el contenido visual, es decir, el derecho de sincronización. Los derechos de sincronización se asocian tradicionalmente con la industria de la televisión y el cine, pero se han vuelto más relevantes para la industria del fitness en la era del streaming. En marzo de 2019, por ejemplo, un grupo de editores de música demandó a Peloton por no haber obtenido supuestamente los derechos de sincronización de más de 1.000 obras musicales utilizadas en sus clases de fitness en streaming. El caso se resolvió finalmente fuera de los tribunales en febrero de 2020 por una cantidad no revelada.