¿Cómo podría afinar su ventaja competitiva?
¿Qué pasaría si te comprometieras a mejorar cada proceso o procedimiento empresarial cada vez que se utilice? ¿Y si respaldases ese compromiso con la inversión necesaria?
Es un objetivo bastante elevado, que Marco Fiorini, director de operaciones del Cincinnati Sports Club (CSC), en Cincinnati (OH), lleva persiguiendo desde junio de 2015, cuando fue ascendido a su puesto actual. Aunque no hay atajos para alcanzar la excelencia institucional, Fiorini ha encontrado una hoja de ruta precisa y probada en el famoso sistema Seis Sigma.
Desarrollado por Motorola, Inc. en 1986, Six Sigma es una plataforma de gestión de la calidad cuya filosofía se basa en estas tres conclusiones básicas:
- Los esfuerzos continuos para lograr resultados estables y predecibles en los procesos (por ejemplo, reduciendo la variación de los mismos) son de vital importancia para el éxito empresarial.
- Los procesos de fabricación y empresariales tienen características que se pueden definir, medir, analizar, mejorar y controlar.
- Lograr una mejora sostenida de la calidad requiere el compromiso de toda la organización, en particular de la alta dirección.
Six Sigma se convirtió en un elemento básico de Fortune 500 una vez que fue adoptado por el presidente de GE, Jack Welsh, a mediados de la década de 1990. Sólo en 1998, la empresa atribuyó al sistema más de 350 millones de dólares en ahorros, cifra que posteriormente aumentó a 1.000 millones de dólares.
Todo ello nos lleva a preguntarnos: ¿Puede aplicarse Seis Sigma con éxito en un entorno de pequeña empresa, como el CSC? ¿O en otros clubes de la IHRSA? Fiorini y otros expertos dicen que sí.